El momento tensión se acaba de diluir, empañado y sin suspiro.
Y es gracioso que a penas unos minutos quisiera chillar hasta que mi garganta sangrara.
Y a pesar de que cierto revoltijo sigue ahí, lo doy por zanjado pensando que los adolescentes son insoportables y que los cansancios pasan sus facturas. Tan estridentes y chillones que se han de controlar. Aunque a veces el jodido cerebrito reptiliano, se pase cualquier respiración profunda por la sinapsis de sus motivos.