La historia que sigue su curso y el binomio de los pronombres que pierde su efecto de perfección.
(...)
Los ojos,
los ojos de las personas...qué misterio más dulce, dónde la pose pierde efecto y el alma se quiere encontrar.
Los labios,
los labios de las personas, que se muerden, que se besan, que no tienen voz.
Las manos,
las manos de las personas, que moldean, crean, tocan, palpan y acarician...
(...)

y el cuerpo que sólo es deseo, carne del delirio de la posesión.




Qué perfección más impura nos da la mente,
dónde sólo lo que se crea puede ser perfecto y sublime.

El binomio de los pronombres.






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