El esfuerzo que me causa en ocasiones sonreír siempre merece la pena.
Entre las noticias malas y la salvación del sexo. Siempre dejaré, porque estará, un hueco perfecto que lo pringue todo de esa ternura inconfesable que nos hace vulnerables.
Siempre existe el abrazo perfecto, el silencio acompañado y los besos de una locura.
Amor no se escribe ni con sangre ni con lágrimas, su perfección va más allá de cualquier duda razonable.