Me resultaba estúpido todo aquello, pero cuando las palabras parecían tener gesto y sobretodo expresión algo cambiaba dentro de mí.
Me sobrecogía el hecho de cómo esa conjunción de letras podían acariciarte el rostro, templarte el cuerpo o quebrarte en mil pedazos.
Me gustaba escribir de lo que fuera, cualquier emoción era válida, cualquier mirada que se registrase en mií, valía una inspiración aunque fuera desastrosa.
La necesidad de comunicación decreció con el transcurso del tiempo, sentía que me había mostrado demasiado al mundo.
Me expresaba con el desgarro de las ganas y no sabía hacerlo de otro modo, por mucho que intentará cambiar eso, nunca lo conseguía.
Quizá el tiempo me diera la evolución suficiente cómo para eligir la inspiración adecuada y el texto idóneo, entre tanto seguiría escribiendo por la necesidad de hacerlo.
BWV 1041 Concierto para violín.
