Capítulo II
Se me ha acabado el tabaco y vuelvo al de liar.
Se me ha acabado el tabaco y vuelvo al de liar.
Relleno el mechero con gasolina y me quedo mirando las gotas que han caído en el pantalón cómodo de estar por la casa.
Demasiado doloroso y del todo insensato concluyo. Todavía no sé cuantas vueltas da el cinturón marrón a mi cuello y desde luego tampoco tengo intención de comprobarlo por mucho que se me pase por la cabeza.
Está oscureciendo de nuevo y las nubes grandes, estiradas, extensas y de tono gris oscuro contrastaban demasiado con las partes del cielo claras y nítidas. Es hermoso, realmente hermoso y del todo melancólico.
Capítulo III
El tiempo se me ha hecho corto y me descubro en un andén de metro sin mayor interés que el que da seguir con la lectura de un libro.Al escuchar por megafonia que sólo llega hasta la estación "Conde de los enfoques" me quedo mirando a dos chicos orientales que no se han enterado de nada y que ninguna persona tiene intención de avisar.
Avísales, piensa.¿En español? leyendo un libro de caracteres orientales, con bolsas, y buena ropa, y corte de pelo punk. Japones. En inglés. (j¡oder, cómo se dice en inglés "os tenéis que bajar aquí"!). Acorta, piensa.
Los miro, sonrío y digo. "Finish". Contestan: "Ok, thanks"Esa es la única anécdota que sucede en los tres cuartos de hora que me meto en el metro que va lleno de gente.
Mientras espero el siguiente suceso que no sucede, se me cuadra la neurona y saco mi pequeña libreta de lomo negro y hojas de cuadrículas y escribo:
Me he pasado casi dos años sin apenas estar con personas. Eso ha tenido sus consecuencias. No me gusta la gente, no me gustan nada. Las personas sí, pero la gente, no. Algunas personas.
Capítulo IV
No me gusta salir a la calle, me puedo pasar días y días sin salir. Cuando salgo me percato de que el sol, el aire, las nubes, las lluvias; el tiempo, sea el que sea.
Acompaña a un algo/todo tan emotivo que me hace no entender porque no salgo de casa más a menudo, con el único interés artístico práctico de pasear.
Acompaña a un algo/todo tan emotivo que me hace no entender porque no salgo de casa más a menudo, con el único interés artístico práctico de pasear.
