A secas húmedas.

Era incomprensible desde un punto de vista racional, tenías que verlo todo desde el otro lado de la pared.
La cabeza la iba estallar, las manos la temblaban y lo peor de todo es que era incapaz de pensar, tenía el seso anclado en un pozo de aguas movedizas.
(...)
Miró el árbol que antes no veía y sonrió en plan sarcástico e irónico. No era un sauce llorón. El peso de sus ojos acrecentaban sus ojeras y su corazón ardía.

No podía hacer otra cosa que esperar en silencio y chillar hasta que espantará toda la mierda corrosiva que se quería colgar de su cuello.
La tensión en la piel de las neuronas le impedía encontrar sus puntos de luz, ajenos a las dudas razonables y a las preocupaciones mundanas de su cabeza.
Su orgullo le impedía ofrecer su amor. La sentía divina pero el mecanismo positrónico la pensaba mediocre.  
Otro día, otra lágrima, otro silencio.
Expresar no es exigir, ni respirar vivir. Pensó. 
Y pensó que si su blogs fueran papeles haría una pira para quemarlos y de las cenizas de sus palabras crearía una nada que trajese un todo, distinto y diferente.
Pero no eran papeles, eran pantallazos con una única y firme ambición. Pasarse el mundo por el forro de sus neuronas y escuchar por encima de cualquier ronroneo molesto e inferior todos y cada uno de los tantanes de su corazón.

Sintió los huesos de su cabeza en los huecos de sus ojos. Sintió su cerebro en percusión y sintió como las lágrimas querían expresar lo inexpresable.
No derramo ni una sola. Cada vez que le venía un amago...la piel de las neuronas...
Malditas hijas de su madre.
No podía hacer otra cosa que esperar en silencio e intentar superar su estado del shock.



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