Los colores de las abreviaturas del seso.

El sudor, sus poros... su esternón chorreando. 
Abrir los ojos de repente y no saber quién eres, una décima de segundo de incomprensión absoluta. Qué estaría buscando mientras dormía...

El día es gris, quizá sea un organismo simple o ni siquiera, sólo un empeño en ello. 
El árbol sigue en sus sitio, sus raíces son profundas.
Frente al espejo se descubre, descubriendo, que la gusta cepillarse el pelo porque no son sus manos las que lo hacen. 
Se siente a la mitad y completa cuando le piensa. 
No la apetece escribir, no la apetece nada, pero intenta sacar y sonsacar para no caer derrumbada y erosionada por la injusticia narrativa de la historia.
Tiene teorías inverosímiles, tiene respuestas a preguntas que todavía no se ha cuestionado. Realmente su cerebro siempre me pareció un auténtico aburrimiento en lo que algunas causas se refiere. 
Si por ella fuera todo el mundo sería bueno y feliz y desde luego eso de que estuviera descompensado la daría lo mismo, pero supongo que habla de otro mundo, claro. En éste, eso es imposible.
Hoy, la alegría de saberle bien no la es suficiente y bueno,  ya sabéis cómo funciona eso.

No puede dejar de pensar en su mediocridad, no puede dejar de pensar cómo el ofrecimiento de un sentimiento abarca un egoísmo tal que no son capaces de visionar ¿Es que no han aprendido, nada?.
Desde que sabe que la van a aspirar lo etéreo a veces se descubre pensando hasta dónde podrá llegar el suyo.  Porque sabe hasta dónde llegó pero es incapaz de saber hasta dónde llegará. Motivo suficiente para no preocuparse en exceso.

Se estira los músculos, se limpia los afueras, y sonríe porque sabe lo que hay en sus adentros. 
Tú mereces mis sonrisas y ni una sola de mis lágrimas. La oigo decir.

Y yo la miro desde donde estoy intentando entenderla una vez más sabiendo que la entiendo perfectamente.


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