Gore existencial.



La vida es como el agua que recoges con las manos, si no las bebes se derrama.

Mientras a mí me hacían un orgasmo, alguien cruel y malvado apaleaba una carne que era la piel de una persona, machacaba su alma y su estima. 
No había suficiente capacidad de amor en mí como para perdonar algo así. 
Estamos él y yo y nadie más.
Mientras miraba sus ojos no oía nada, ni siquiera los berridos de dolor que vomitaba por su boca mientras con mi cuchillo hacía finas tiras de su piel a la velocidad que me llegaba el sonido de sus gritos. Despellejar a un animal no me hacía sentir nada. Estaba diseccionando su cabeza para que comprendiera lo que era sentirse, humano e inferior. 
Mientras las fibras de sus músculos se escocían de sal y brillaban al paso lento del vinagre. Yo colgaba las tiras con alfileres en su prepucio para que viera los fotogramas de su historia. 
Tardo medio cuerpo en verter la primera lágrima de vida que había mermado. A la segunda lágrima, le corté el cuello de un tajo.

Al despertar de aquella horrible pesadilla, llovía a cantaros. 
Abrí la ventana, junte mis manos, deje que se llenaran y bebí del cielo.

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