Sin y con.

Cómo chillar cuando no tienes voz.
Me siento dentro de un paréntesis más frágil y fuerte que nunca. Sonrío cuando puedo, para así, evitar llorar. Miro mucho más allá de alrededor para sentir que el mundo tiene sentido y acierto a imaginar la cautela del agua, su ingravidez con movimiento. 
Una flor de loto, nada a la deriva donde dos seres colmados se miran fijamente y son felices.
Sentada en su cobijo veo el mundo reflejado en sus pupilas. La eternidad de su mirada es pura poesía. Sin adornos ni metáforas, la verdad más absoluta.
Filtrar lo que se siente. Un buen ejercicio de existencia. 
Evitar que la razón sea un desastre y con la fortaleza del silencio más absoluto. Utilizar el fuego de mi interior para saber sin dudas que el destino se escribe con un nombre. 
Si me tiemblan las manos, respiro hondo y me lleno de ser para estar mucho más allá. Un lejos que se vuelve un cerca y un beso a unos labios suaves que responden sin artificios al poderoso ritmo que marca el rojo caudal de mi existencia.

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