No recuerdo mi principio y sin huir de mi fin; lo siento lejano y contigo. Repaso emociones dignas de mención y ninguna se asemeja a la firme certeza de lo que supone un todo.
Si me relajo me tiemblan las manos y si me tenso se me contrae el alma despejando dudas y afianzando ilusiones.
Demasiados desgarros con sal y vinagre. Colecciono tiras de piel, grabadas de fotogramas a fuego y memoria. Se borran emociones, se vuelven mudas. El sentido de todas y cada una ellas que reproducen historia. Nombres con apellidos, rostros sin cara, amasijos de carne utilizados con fines lúdicos.
Sentimientos que se borraron a fuerza de negarlos.
Mi bondad si la tuviere, reflejo de su maldad. Quién soportaría semejante afrenta. Demasiada humildad necesitaría el caballero que ávido de poder desmembró posibilidad en desastre.
A quienes ni siquiera entienden amistad.
Y todo eso, más mucho más; el peso de una historia que podría ser cualquiera.
Todo se reduce a mis dedos cobijados en el poder de tus manos porque no hay historia mal hecha si no mal interpretada. Ni camino maldito que no tenga fin.