Jaque

Había descubierto que se podía mezclar en un papel los hechizos del alma. Si los batía bien, desencadenaban ondas sonoras de azúcar en polvo.

Mientras eso sucedía ella iba de la mano del hombre eterno a diez centímetros del suelo.

Le gustaba imaginar orgías fantásticas a la luz de la luna de almas errantes.
En un momento su cerebro había elucubrado cien motivos y una sola verdad o...quizá fueran cien verdades y un solo motivo. Joder que lío se estaba haciendo.


Cerró sus ojos, el corazón, el corazón...
Sólo un motivo, una verdad, un destino.




Su destino; su corazón recosido de acústica.

De vez en cuando su mano prendía el aire. Y una sonrisa eterna iluminaba su rostro. 
El dolor se esfumaba, la incomprensión de los hechos dejaba de tomar importancia. Los litros de alcohol y de semen ya no castigaban su conciencia en la búsqueda del espacio vacío.
Su manos, la punta de sus dedos, las caricias cercanas. 
Estaba nublado, la luz gris iluminaba sus sentidos y notaba la cercanía de la presencia. 
Sólo quería decir que la paz del mundo empieza por uno mismo; qué en una vida, sólo una vez te dejas el cerebro, el corazón y el alma en amar a una persona. 
Qué el amor absoluto pudiendo existir sólo busca la felicidad de la persona amada por encima de cualquier beneficio propio.
Paró, miro el horizonte. Montañas y nubes. Ovarios a presión.
Entre la seriedad de su mente y la sonrisa de su corazón estaba su conciencia. En sus manos el perdón de los pecados, su escala de valores, su medida, sus razones. Ella nunca mereció tanta hipocresía, tanto retorcer sentimientos hasta dejarlos secos de tanto de llorar. Dejo de buscar justificación para la envidia, el resentimiento y la crueldad. Puesto que no la hay, ni habría, ni habrá. Y poco a poco empezó a eliminar su odio.   
Lo único que buscó era la esfera perfecta donde reposar sus adentros. Se sentía maestra y pupila. Sol y luna. Efímera verdad. 
No era locura, era un simple transitar. 

Realmente nunca buscó la compresión de las personas, sólo la suya propia. Y supo porque siempre lo supo que podría beber la sangre  de una persona de una sola succión pero era mucho más creativo arrancar la sonrisa del fondo de las almas.


Nota de autor:
En los huecos de mis letras, sólo hay una persona sencilla, nos busquen motivos, ni circunstancias. Se perderían en el horizonte.
Supongo que la mayor verdad de mis blogs era evitar sentirme sola.

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