Secuencias simples I

Me pasaba los días con los pies fríos y si no eran los pies eran las manos. Y la sangre muy caliente, intentando no pensar demasiado en mi triste decepción, y también sin pensar demasiado en mi circunstancia para que el problema no fuera más problema si ya había encontrado solución.
La manta, el sofá, el libro, el tuiter, los cacharros, la casa, el nuevo trabajo, mi hijo, mis cosas me iban fabricando el tiempo, quería tener cuidado de no romperlo de golpe una vez más, y al no tener dinero para poder gastar elegía con cuidado mis salidas. Pocas y precisas. A penas ninguna. Alguna en las cuales mis amigos me pagan la copa, la cena y yo les miraba con ojos agradecidos sin volver a pensar en mi triste decepción, ni en mí irresponsabilidad que me mataba el latido. 

No había ocurrido deprisa, había sido lentamente, día tras día, tras otro más. El miedo me mató las ganas, el juicio, el sentido real de las cosas que estaban sucediendo.
No podía creer lo que estaba sucediendo, mientras estaba sucediendo..., qué escrito así parece estúpido y es cierto que lo es y ahí me quedo muda, sin entenderme, sin entender porque dejé que el corazón me matara las neuronas. 

A veces me quiero rendir, dejarme llevar por el no sé qué es, que no tiene sentido, nunca lo consigo, supongo que como dije una vez, la vida es para vivirla.



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