El vacío.

El vacío está tan lleno, que no quiero explotarlo por miedo a que me salpique. 

No sé escribir sin derroche, sin el motivo o la razón.
Es una caja vacía que por muy bien adornada que esté, carece de principio. Porque el viento te ha de dar en la cara y el agua ha de mojarte.
Y que un trozo de texto te embauque el ánimo. 
Sin ello, ni sé escribir, ni quiero escribir.

Porque describir la tristeza, la alegría o el ánimo oculto de una simple miga de pan, será un ejercicio literario pero nunca parte de mí.

Y podría, podría contar la belleza desplegada en el recorte de un beso o los pelos en punta de un mordisquito en la nuca. 

Sólo veo el perímetro de las cosas...y ese vacío tan lleno, que no quiero explotarlo por miedo a que me salpique. 
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