(Cuando el orden de los factores no altera el producto)
Exquisito era mucho más que un adjetivo, era también esdrújulo.
Máximo, atómico, simpático, solícito...
Tenía pronombre personal.
Y por supuesto nombre y renombre.
Era también dulce sin empalagar, culto sin ser pedante, intelectual sin demasiados testimonios orales que me llevaran a la z, vigoroso, romántico...
Y de repente un tiempo, dos tiempos, tres tiempos...
espacio-tiempo, causa cuántica.
Adiós.
Exquisito Esdrújulo se esfumó.