Partes de un diario.




Mi amigo E. me llamó el otro día. 
Tiene gracia, casi podría jurar que tuvimos la misma conversación que cuando le llamé meses antes para felicitarle por su cumpleaños. Un año le regalé una palmera de chocolate. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y muchas cosas.
Me resulta más gracioso todavía, que días antes en un banco y en la estación que lleva a ninguna parte, alguien con pretensión rebuscada me relatara episodios de mi vida que sólo conoce en palabras.

(...) 
     A veces pienso en el acto noble de la muerte, acto noble si no te la quitan, claro. Es que el año pasado se murió demasiada gente a mi alrededor y también pienso en aquello de que moriré con una sonrisa. 

Los días pasan muy deprisa, muy despacio...pero pasan. Y el día que descubrí que no podía morirme con aquello encima de, si hubiera hecho o se hubiera dicho...creo me hice un poco más libre. 
Y eso, más eso otro de que cada uno duerme con su conciencia y yo con la mía, 
me hace resurgir, cuando ya no se puede más. 

Si Dios existe, me tendrá que aclarar unas cuantas muchas cosas.



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