Retícula cúbica.

Un coche pasa por encima de una alcantarilla, me llega el ruido del sonido al pasar. Me produce un minúsculo respingo y me hace salir del pensamiento. Silencio tenue, humedad en mi pelo, retomo las gotas de agua por la piel, ni un solo suspiro me atraviesa el cuerpo, medito con devoción, doy una y otra calada al cigarro. 
Escudriño los silencios con sus ruidos, la luces con su oscuridad, parpadeo, respiro y tecleo. 
Sin ambición, sin lógica, sin envite, sin remedio.
Me huelo las manos, jabón y tabaco y sin premeditación y alevosía...el reflejo una mirada pulida y limpia. No es un recuerdo ni un fragmento de una historia, es algo más.
Son las salivas mezcladas, los poros sudados, la bóveda de las nubes, el olor  compartido.
Entonces, suspiro, sin previo aviso. 
Y el sabor de los momentos...
Me encandila el cuerpo. Me templa el frío, mece mi existencia y por fin muero.
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