Micro relato.

La mezcla era demasiado espesa como para poderla digerir, tendría que vomitarla. 
De repente se quiso sentir enferma de hospital y no tener que pensar más allá del goteo, había pasado alguna vez por allí y sabía que cuando te daban el alta simplemente besabas el suelo sin comerte el coco en decires ni dirites, estás tan contento de poder respirar el humo de los coches y el olor del hogar que todo lo demás ni siquiera lo recuerdas.

Tumbada en la cama, escuchando los estertores del de al lado, contaba las gotas que caían por el tubo metido en su carne, un millón tres cientas sesenta y siete. 

Desde que estaba allí no había abierto la boca, no tenía ningún interés en la comunicación, se limitaba a pronunciar monosílabos. Sí. No.

Desde su entrada allí había recibido varias visitas, pero ella sólo esperaba a una persona entre contar gotas y pasar páginas de lecturas pendientes.
No hacía ningún tipo de cabala, sólo esperaba que llegase para escuchar lo que tuviera que decirla.

-¿Qué te ocurre?
- Estrés postraumático.

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