La insensatez del arte noble del suspiro evoca, suscita, emerge.
Incita, inspira, respira...
La sed de las bocas retozan entre las babas de sus lenguas vivas y el filo de sus dedos dibujan cueros curtidos templando sensaciones tan despacio que el tiempo se detiene en chillidos de suspiros que atenúan su existencia corpórea.
Buscan bajo el cobijo de lo que sienten la llama eterna del poder más absoluto.