Es difícil escribir con cierto equilibrio cuando te invade una intensa sensación.
Y así me siento.
La nitidez con la que veo las montañas, esa luz de octubre; es increíble. Ninguna foto haría justicia al paisaje que veo tras la ventana, tras la pantalla, tras mis dedos escribiendo el reflejo de mi seso.
A veces me pierdo buscando el sentido de los demás, no es adrede, me sale solo. Cuando digo los demás no son todos, solo algunos y el de qué depende es cosa mía.
Debería ducharme, dejar de escribir y hacer que el mundo gire (el mundo, mi mundo). Escribir desde el equilibrio requiere cierta explicación.
El querer estar, tan cerca y tan lejos de todo y de todos me pasa las facturas pero es más fácil cuando la sutileza de una compañía te abre los poros.