Entre nadas y modos.

Aquello tenía su punto de diversión...Empresario. ¿Empresario de qué? De ordenadores ¿De ordenadores? Sí, de sus componentes...de cosas para ordenadores...intermediario. Era divertido, aquello era divertido pero más divertido era saberse  afortunado porque a las 18:33 de la tarde te apetecía leer y sólo tenías que coger el libro y enlazar las letras, las palabras, las frases. Leer en silencio o con música suave. Oh  y escribir, pantalla en blanco no tener ni idea de qué y taca-taca...darle...y bailar. Bailar con movimiento o tumbada en el sofá mirando el techo...y dar grandes y maravillosas piruetas sin preocupación por la gravedad.
Lo que no era nada divertido era elegir mechero del cubo de los trescientos mecheros y uno tras otra...ver que no funcionaban y no saber donde habías dejado el que sí, mientras el nervio nicotino* se ponía nervioso muy nervioso.

Lo del nervio nicotino no era suyo, le hubiera gustado mucho que fuera suyo pero no. No lo era. Era de aquél chaval andaluz de los años noventa...ese cuya hermana le echó las cartas...ese que decía...



Siento pasos.
Siento gente.
Siento quince.
Siento veinte.




Y así se escribe por escribir, con ganas y sin complejos, porque en algunas cosas o en algunos sitios, momentos, circunstancias más los sinónimos y etcéteras. Se puede hacer lo que te da la gana y sin complejos. Pero...
Tendrá eso que ver con libertad o locura...Uhmmm...



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