El marchito ser de una locura. (Silencio III)

Eran la una y dos segundos cuando me dispuse a dormir, lo sé porque miré la hora en el móvil y algo me impulsó a apuntarlo en el mismo cuaderno que había utilizado para escribir ese misma tarde.
Al abrirlo de nuevo, fue a parar al suelo aquel billete de tren que no extermine. Lo cogí por los extremos me quedé mirando el trozo de cartón impreso y sin sentimiento alguno, lo hice trizas. Pase las hojas hasta lo último que había escrito. La primera parte era excepcional, la segunda mediocre y aburrida. Y entonces me quedé mirando la fecha del encabezado. Catorce de Febrero del dos mil once. Eso era imposible. Había escrito esa misma tarde y estábamos en Junio. Taché y rectifiqué.
Por la mañana siguiendo un impulso igual de ilógico que el de la noche anterior, he abierto el cuaderno por esa página. Perpleja es la palabra exacta. Catorce de Febrero del dos mil once, en negro y subrayado. Y un billete de tren en las páginas.

Ahora me pregunto si vivo atrapada en un sueño.
Creamos un estado de excepción. Yo quería tener una excepción que me confirmase la regla.

No sé que fue, si tu energía o la mía, pero algo sucedió, nos volvimos locos el uno por el otro.
Por aquél entonces teníamos todo en común, sobre todo las ganas...
Nos sentábamos en los picos de la estrellas, colgados de los hilos de tus locuras...

Sólo memoraba la eclosión de ese furor que nos derritió.



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