El chorro de mi cabeza.

La cantidad de conversaciones interesantes que podría tener contigo...
El color de tu energía,
el indiscutible sabor a chocolate de las células de tu piel,
la tranquilidad tan pacífica de la fuerza de tus brazos,
el color del mar en el fondo oscuro de tus pupilas,
los masajes sintácticos, gramaticales y ortográficos de tus huellas digitales,
la terrible confianza que me produces,
las correcciones reflexivas de cualquier pensamiento muerto...
La cantidad de sinfonías que podríamos componer juntos...
Los encuentros fugaces de tus labios sin previo aviso,
las palabras que derrochas,
pasarte la lengua por la espuma blanca de tu labio superior cuando bebes cerveza,
darte mucho más que lo justo y lo necesario,
animar tu cara triste poniendome/te mi nariz de payasa,
montar en el enterprise cada vez que te/me/nos arranque/s/mos orgasmos,
hacer cine mudo cuando te enfades,
pintar los dedos de mis pies con letras, sólo para darte los buenos días que son diez letras,
saber que tu sonrisa me va a quitar todos mis males,
que me des palmaditas en el culo cuando me haga la remolona,
que me hagas callar a base de besos, en la base de mis labios,
que me pongas los calcetines cuando tenga los pies fríos y me cales los sombreros hasta las orejas cuando venga el viento que no soporto,
darte una masaje en los cabezales cada vez que me apetezca...

No sé, muchas cosas.
El chorro de mi cabeza tiene muchas cosas...



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