Cuando las palabras sobran sólo me quedan miradas dónde poder reconocer un sentido.
No importa lo que me llenaron, lo que me dieron o lo que imaginé.
Todo se queda en nada cuando la comunicación es una mera realidad que no va más allá de la secuencia de la acción de leer y la repercusión del haber leído, porque toda imaginación infinita tiene el límite de la lógica aplastante.
Todo se queda en nada cuando la comunicación es una mera realidad que no va más allá de la secuencia de la acción de leer y la repercusión del haber leído, porque toda imaginación infinita tiene el límite de la lógica aplastante.
Los hechos. Los acontecidos. La realidad sin perspectiva.
El trance en el que las palabras me sumían se ha esfumado.
Todo se reduce a un simple hecho.