El soldado eterno.

Él se proclamaba rey de reyes conquistando mis terrenos geográficos con la precisión y el ansía de un amante en estado de guerra. Yo era vasalla del placer que me hacía sentir.
Nos devoramos los sentidos...
La pasión los había desbordado...solo le sentía a él.
Sus manos, su boca y su cuerpo se me ofrecían como si el tiempo fuera a acabar, nada merecía más la pena que aquél momento de éxtasis, todas las palabras se unían en el fragor de ese acto de carne...
Tres veces. Tres, su líquido amniótico se derramo caliente y espeso en mi piel.
Me sentía libre y eterna.
Después de aquello las fuerzas oscuras le llamaron a filas, ni siquiera sé si alguna lágrima baño su rostro, ni siquiera sé si en esos momentos me amó...
Un día me llamó sabiendo de mi desesperación, no sabía si estaba herido o muerto. Poseído por la cólera del guerrero me gritaba mi irresponsabilidad por hacerle partícipe del sueño del mundo perfecto. Ese que él creó para mí. Ese que explotó el mismo día que supe que nunca le volvería a ver;  tan feliz como aquella vez que nos quisimos tanto...
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