La complejidad sencilla del ser y del estar.

El arañazo en el pié la molestaba, se había despertado sintiéndose feliz y el día relucía nublado. Su cúmulo de desdichas se había disipado al movimiento circular de sus neuronas. 
A veces sentía que nada tenía que ver con nada para descubrir segundos más tarde que todo tenía que ver con todo.
De repente pensó en un tubérculo de raíz. Claro y terso. Fuerte, potente e imponente. Sonreía despacio por miedo a que los vientos de los abismos convirtieran sonrisa en mueca y bienestar en malser.
Pensó en un rápido, en la estupidez del género humano, en la perdidas del tiempo y en las torturas de los espacios.
Respiró con lo profundo y con la mente y se lleno por dentro de placidez, ensueño y felicidad. Tembló ligeramente. Las palabras comenzaban a menguar, las letras se hacían chicas. 
Cerró los ojos y comenzó a volar.
Los ojos de los replicantes no tenían alma sólo conciencia. 

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