Colgada del tiempo.

Me siento en la punta de la aguja con los pies colgando, a caballito...el minutero, tic, tac, tic, tac. Sólo por no aburrirme.

Mañana madrugaré para ir a un sitio en el que no quiero estar, con gente que no tiene nada que ver conmigo, si no fuera por la frondosidad del paraje creo que me ahogaría y mientras mi compañera de al lado seguiría tan erguida como siempre, tomando apuntes hasta del parpadeo del profesor.
Un tipo majo, con fondo, se le nota.
Es el único aliciente, bueno y el paseito que me doy hasta la cafetería, mucho árbol, mucho verde, mucha respiración.

Me siento en el tiempo queriendo avanzar y avanzo cuando un leve murmullo me susurra el canturreo pausado de los tantates de un corazón. 

La gente que me aburre, tantas carreras por todo...ser el más gracioso, el más simpático, el más inteligente, el más puto, el más borrico, el más, el más, el más...

Nadie sonríe por el vuelo sin motor de una hoja de papel con trazos de amor por el cielo congestionado de una ciudad, no notan el suave viento de septiembre porque llevan las ventanillas de sus autos subidas, no sonríen pero aún así se siente dichosos. 
Si la cordura no me limitará la razón, me bañaría desnuda cantando odas de amor y me enjabonaría con las estrellas. Iría con zapatones de payaso y medias de colores. El pelo recogido con flores silvestres y una rana en el bolsillo recogida de unos charcos que contara chistes malos. Pintaría mi coche de lunares y le podría faldón de faralaes. A los curas les levantaría la sonata y a las mojas les regalaría un consolador. Me colaría en los patios de los colegios y regalaría globos de colores con palabras. Saltar, sonreír, bailar...

Me siento en la punta de la aguja con los pies colgando, a caballito...el minutero, tic, tac, tic, tac. Sólo por no aburrirme.


Un cigarro se posa en mis labios, mi ojos se pierden en la fiel oscuridad de una noche de verano...


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