Pero es que...
No tengo necesidad de expresión extrema más allá de los treinta millones ochenta y dos once polvos que me vas a tener que echar.
Sólo....
"Por no hablar del compañero de instituto que había visto con un carrito de carga, disfrazado de uniforme de supermercado hablando solo y a quién llamaban Fernandito el cabezón...se quedó tan pasmada que no le dio tiempo a parar, bajar del coche, darle un beso y decir ¿Fernando te acuerdas de mí?. Ella recordaba la sonrisa de su rostro cada vez que hablaban, su resignación al tema del mote, y como asumía la grandeza del asunto y lo asociaba a su falta de entendimiento escrito...
Y por si el asunto no era todavía importante en si mismo, los fotogramas del rey pescador se lo recordaban."