La facilidad de mis recuerdos espontáneos me sorprendieron.
Y mientras me hago el moño de nuevo con mi palo de madera recuerdo una tarde, una noche o un momento.
En tu cama, mientras tú dormías o veías o me mirabas.
Y sonrío por la curiosa sensación que me produce recordarte sin poderlo remediar.
Y ahora.
En horas pasadas y en noches dormidas me pregunto ¿Es qué no acaba nunca?
Y bajaba una simple calle de camino al metro.